10.26.2010

ROJO CONCOLÓN


Con motivo de las declaraciones del Presidente en la inauguración de la Obra Publica de los Fosfatos de Bayovar, donde planteó la abismal diferencia entre el crecimiento del norte y el sur peruano, achacando las causas de nuestro retraso a la belicosa y radical actitud de sectores y caudillos anti-sistema (los rojos); que azuzan a los pueblos valiéndose de su incultura, desinformación y animadversión capitalina.
Es oportuno aclarar que no es del todo cierto que el belicismo de los sectores populares sureños tenga causa en las artimañas y maniqueos de los radicales rojos; el Gobierno también debería hacer un mea culpa porque en gran medida si en el consciente colectivo del sur pesa el resentimiento, el recelo y el descontento respecto del Poder Central, ha sido por la política de postergación con la cual se ha marcado al Perú Austral desde remotos gobiernos, no estando exentos ni el aflictivo periodo del 85, ni la nefasta experiencia de refundación velazquista.
Ahí están los libros de historia que dan cuenta de cómo ante cada pronunciamiento austral en favor de la Democracia y/o alzamientos por legitimas reivindicaciones fue postergado y castigado reiteradamente durante las dictaduras y democracias aburguesadas, por el simple hecho de no alinearse con la impositiva oligarquía en turno.
Esto muy aparte del omnímodo, egoísta e indiferente centralismo, que se ha irrogado a si mismo las bienaventuranzas del Perú, esto conduce a la reflexión que en mala hora el unitarismo tuvo consenso en la definición de nuestro Estado, porque entre las variadas consecuencias de la arrogante influencia Centralista, destaco el hecho que innumerables costumbres, raíces, historias y recuerdos de los nuestros se han entregado al silencio de los tiempos; algunos ya no tenemos la fortuna de contar con amplios vínculos familiares dentro de una misma zona geográfica sabiéndola añeja y muy nuestra con la lógica fluidez de las relaciones parentales.
Empero procurando no alejarnos de la reflexión en la “corteza roja”, vemos que los apristas y demás grupos que están con el sistema del STATU QUO, señalan a los rojos y demás radicales como los anti-sistema; incluido el Presidente que en mas de una reflexión con refrán incluido los estigma como los ya famosos “perros del hortelano”, y no cabe duda que cegatos caudillos y desorientadas huestes buscan derrumbar el sistema e imponer fracasadas formulas que incluye el popular perfil de dictador.
Mas parece olvidar el Gobierno Aprista cuando la “vaca fue ternera” (emulando si se me permite sus consabidas reflexiones), olvida el “partido del pueblo” que fue la principal causa que vulneró la estabilidad democrática en el siglo XX, puesto que las oligarquías asumieron posturas radicales buscando por todos los medios que los Hayistas no llegaran al poder, viendo en sus ideas y principalmente sus reyertas y rebeldías el desorden que amenazaba al Proyecto de la República, siendo también estigmatizados como rojos.
Tengamos presente que fue la irresponsable y radical oposición aprista en contra de Bustamante y Rivero, y luego contra Belaunde Terry, lo que dio suficientes razones a Odria y Velazco para usurpar ilegítimamente el poder.
Si bien se aprecia cierta madurez y apertura en el “Partido del Pueblo”, y se reconoce que asienta las bases en diversas facetas del Perfil de Proyecto de País con miras a consolidarnos como un Estado protagonista en el devenir del siglo XXI, será labor de los analistas políticos el hecho de evaluar la permanencia y/o evolución (otros dirían involución) del ideario de la Alianza Popular Revolucionaria de las Américas.
Para quienes consideramos que la historia es cíclica, el APRA simplemente afronta una situación (la oposición radical) en el otro extremo de la balanza, y prueba de su propia medicina, aunque en honor a la verdad, se debe reconocer que son muy eficientes en la atomización y/o satanización de los sectores y caudillos que le son adversos; se nota que aprenden muy bien sus lecciones de historia. Quedando en el tintero, el hecho que algunos temas (los de importancia) están pasando desapercibidos...
Lamentablemente, el Perú Austral si está atado a un carma que no ha sabido confrontar y superar en el devenir cíclico de las revoluciones históricas, porque no siempre es consiente de las injusticias y la victimización del Centralismo, reaccionando furibundamente de cuando en cuando ante el oprobio del que se considera victima, pero en sus actos de rebeldía involuciona y se pierde de si mismo, porque en las luchas del sur aquella revolución de conciencia colectiva  que motiva cierta energía se diluye no siendo capaz catapultar un espíritu regionalista para invertirlo y consolidar una misión y visión del rol (del Perú austral) que la Historia demanda.
La protesta cusqueña se suma a los picos de conflicto que el sur ha vivido en la primera década, recordemos pues, las fricciones y resistencia de Puno por la hidroeléctrica; la confrontación entre Arequipa y Moquegua por el recurso hídrico en Tambo, la rencilla entre Moquegua y Tacna por el recurso minero, la rebelión madrediosense ante el intento de regular la minería informal; el frustrado proyecto minero de Tía María; la radical protesta de Abancay por el presupuesto y la infeliz anécdota de Majes Siguas II que confronto a Cusco y Arequipa.
Todos en resumen son una muestra de la fragilidad de la Gobernabilidad y el hecho que la representatividad de las mayorías australes es ahora encarnada en los rojos o improvisados, en personajes que no vacilan en enrostrar las abismales diferencias, diferencias que Alan García pretende maquillar culpando a otros de una responsabilidad compartida. Si la clase política asumiera conciencia que considerables espacios populares han sido ganados por el recelo y el resentimiento, y que los rojos no hacen más que reciclar y aderezar aquello en un revuelto de pasiones salpicadas de violencia, tal vez encontrarían un camino que reconcilie a los sureños con las justas aspiraciones que nos convocaron a la fundación republicana de un país donde no existan estratos de ciudadanía, ni se privilegie a quienes más cerca estén de la Casa de Pizarro.

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