10.26.2010

DE LA EFIGIE DEL VOLCÁN Y EL EPITAFIO DE LA DONCELLA...

En estos días, he percibido con henchida intensidad la frase: “No se nace en vano a los pies de un volcán” con motivo de la entrega del Nobel al laureado Vargas Llosa, un hecho histórico que - como lo ha dicho Jaime Baily - consagra al novelista en el parnaso de los inmortales.

Visualizando varias de las entrevistas que le han realizado, quedaron marcadas las palabras del nobel literato cuando dice: “que el escritor transpira...”, haciendo una curiosa pero acertada analogía entre la biológica necesidad de respirar y la expresión de la palabra escrita.
Aquel momento sumado a la ebullición de identidad que el Perú ha evidenciado, contrajo en mí, la “transpiración”, esa energía fulgurante que incendia el pecho, mientras la memoria se revuelve en una serie de reflexiones que casi compulsivamente uno busca retener en un papel antes que sean presa del olvido. Y son pues, algunos de estos caviles los que comparto.
Muchos hemos resaltado el origen characato del Escritor, a la voz del adagio regional: “No se nace en vano a los pies de un volcán”, y es pues en el estudio de su vida, como la de otros valiosos hombres que se encumbran en la historia del Perú contemporáneo, que se percibe un vivo protagonismo de personajes y familias cuyo origen se entronca en el valle del Chili y/o lo fuera la Región de Arequipa (la Intendencia de Arequipa).
En aquellas reflexiones queda un sabor agridulce al abordarme la ingrata afirmación que gran parte de aquellos que le dieron protagonismo a Arequipa ahora está enraizados en la Metrópoli Limeña o fuera del Perú. Arequipa en la segunda mitad del siglo XX ha perdido considerable porcentaje de su capital humano, y aunque creo en la fortuna del causalismo (el aporte que ellos dan al Perú), mi alma se revela ante la pena de saber que existe una diáspora (al parecer perpetua) de la semilla mistiana.
Ahora que el escenario electoral evidencia una crisis de los partidos políticos tradicionales; ahora que el Perú esta en camino de cumplir 200 años de su gesta emancipadora e independiente; ahora que el proceso regionalista aunque atomizado atemoriza a la Metrópoli por el quiebre de su yugo. Debería Arequipa reflexionar sobre la epitome de su vida republicana en cuyo contexto le ha sido negada la posibilidad de verse al 2010 como una ciudad y región en importancia como lo es Medellin en Colombia, Guayaquil en Ecuador, Mendoza en Argentina, Rio de Enero en Brasil, Concepción en Chile.
En retrospectiva, la aspiración que convocó a la Intendencia de Arequipa por una tierra prospera e independiente se ha desdibujado, se ha faltado a la promesa que convoco a los territorios sureños a sumarse al proyecto independentista, y en el resumen de las cuentas Arequipa ha perdido como el Perú, mucho de los territorios con los que nació a la vida republicana, ha perdido su independencia, parte de su heredad cultural y genética que sus vidas precolombina y colonial le tributaron.
Aun ahora sigue perdiendo, lo que con su esfuerzo ha ganado tras los vapuleos, desdenes e indiferencia de dictadores y oligarquías patriarcales; además de haber sido atados a la pobreza y postergación que contrae el farragoso camino del Perú, por los desatinos de la clase política (en general y en retrospectiva). La muestra es la migración de empresas y almas mistianas, ahora enquistadas en la todopoderosa Lima, el languidecimiento del parque industrial y el detrimento de los puertos del sur al privilegiar perennemente al Callao.
Arequipa está perdiendo el sentido continental según la configuración de su territorio original, los años de sometimiento la han opacado, su espíritu rebelde se ha nebulizado y su consciente se enfoca solamente en la desordenada metrópoli que se extiende a los pies del Misti.
Aunque no quisiera afirmarlo, todo apunta a una realidad, y es el hecho que la rebelde Ciudad Caudillo es ahora una anécdota. La retorica expresión de República Independiente de Arequipa no es mas que el epitafio de un tiempo vivido. La Arequipa del siglo XXI debería apostar a renovar los laureles de ayer, y encarar el nuevo contexto que le circunda (todo un tratado) la cuestión es si será capaz de remontarse a los designios mundanos de este tiempo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario